Lumumba, un destacado miembro del movimiento independentista, entró en los libros de historia el 30 de junio de 1960, el día en que la República del Congo, como era entonces, se separó formalmente del dominio colonial belga.
En presencia del rey Balduino de Bélgica, Lumumba, el primer ministro de 34 años del entonces presidente Joseph Kasavubu, se lanzó a un discurso de coruscación, acusando a los antiguos amos coloniales de maltrato racista y forzando la «esclavitud humillante» al pueblo congoleño.
«Experimentamos los insultos, los insultos, las palizas que tuvimos que sufrir por la mañana, el mediodía y la noche, porque éramos negros», proclamó.
Fue una respuesta marchita al rey Balduino, cuyo discurso poco antes había saludado el trabajo de su ancestro real Leopoldo II, insistiendo en que no era un «conquistador», sino que había venido en una «misión civilizadora».
– Ascenso y caída –
El discurso de junio de 1960 marcó el breve punto culminante del meteórico viaje de Lumumba, que terminó seis meses más tarde, el 17 de enero de 1961. Derrocado del poder, humillado y torturado, Lumumba fue fusilado en una sabana a 50 kilómetros de Elisabethville (el actual Lubumbashi) por separatistas katanganes y mercenarios belgas. Sólo tenía 35 años.
Seis meses después del día de la independencia, el Congo estaba en crisis. Motines y levantamientos, el regreso militar de los belgas y la interferencia de la ONU habían avivado un horno de caos.
Derrocado por la «revolución pacífica» del coronel del ejército Joseph Mobutu en septiembre de 1960, pero todavía trabajando para formar un gobierno, Lumumba se había convertido en un blanco ambulante.
Su nacionalismo y sus llamamientos a la Unión Soviética en medio de la guerra fría habían puesto en su contra a los belgas y a los Estados Unidos, que temían perder el control del cobalto congoleño.
«En poco tiempo Lumumba se convirtió en un mártir de la descolonización, un héroe para todos los oprimidos de la Tierra, un santo del comunismo ateo», dice David Van Reybrouck en su libro «Congo, una historia».
» Le debía este estatus más al horrible final de su vida que a sus éxitos políticos. Estuvo en el poder apenas dos meses y medio.»
Bélgica reconoció su «responsabilidad moral» en el asesinato de Lumumba, tras una comisión parlamentaria de investigación en 2001.
El Parlamento belga está planeando una nueva comisión sobre todos los aspectos de la colonización del Congo, Ruanda y Burundi.