No hay nada peor que saber que la persona con la que estás hablando no te está escuchando o ignorando.
- Están distraídos y prestando atención a algo más, como su teléfono inteligente.
- Tienen la mitad de una oreja abierta, pero están mirando por encima del hombro lo que está sucediendo detrás de ti.
- No quieren escucharte en absoluto. La persona con la que estás tratando de hablar se aleja, fingiendo no escuchar lo que estás diciendo.
¿Eso te pasa alguna vez?
Queremos que otros escuchen porque buscamos ser escuchados y entendidos.
Cuando los demás no te escuchan, te sientes indigno de la atención y duele.
Peor aún, los estudios han demostrado que el dolor de ser ignorado es peor que ser intimidado.
Estás experimentando dolor social, que sientes cuando estás siendo ignorado, ignorado o rechazado. El problema del dolor social es muy real porque comparte vías neuronales comunes hacia el dolor físico. Pero debido a que es invisible, es fácil no ver cómo está afectando a alguien o descartar la gravedad del dolor causado. El dolor es único para el individuo.
Lo que siento por no recibir una invitación por correo electrónico a una reunión importante en la que esperaba estar será diferente de la intensidad y profundidad de la sensación que podrías experimentar en la misma situación.
Ocurre en un instante. Se ve el movimiento de los ojos o las cejas levantadas de cinismo. Ya sea deliberado o no, ese comentario o sensación de ser excluido durante un período de 2-3 minutos puede resultar en sentimientos negativos persistentes.
El mayor riesgo es que si sigues sintiéndote desairado o abandonado en el anillo exterior de la red social de la que intentas formar parte, tu dolor se quedará sin resolver. Cuando nos lastimamos, no es raro que nos retiremos a nuestra cueva y lamamos nuestras heridas, nos callamos y nos retiramos gradualmente de hacer cualquier intento más lejano para ser vistos u escuchados.
Daña las relaciones porque ya no confías en la persona que te ha hecho daño. Sin confianza, hay una pérdida de conexión social. Empiezas a sentirte aislado, y eso te hace sentir mal y triste.
Su cerebro es un órgano social. Anhelamos la conexión porque proporciona seguridad, por lo que formamos tribus, de familiares, amigos y compañeros de trabajo. La seguridad es el principio organizativo principal de su cerebro. Cuando te sientes seguro, sabes que está bien relajarte. Te sientes en un estado de ánimo más positivo; eres más feliz, eres más colaborativo y empático con los demás. Mantiene los niveles de estrés bajos, por lo que eres más abierto de mente, curioso por explorar cosas nuevas, más dispuesto a tomar una patada porque tienes menos miedo de fallar. Tienes más de uno.
Sin esa manta de seguridad, estás en el frío operando en modo de supervivencia, buscando escapar o encontrar otro grupo donde tengas un sentido de pertenencia.
Usted se vuelve menos dispuesto a cooperar, responder a correos electrónicos o mostrar o contribuir en reuniones. Te vuelves menos visible y audible.
Te vuelves más combativo cuando te desafían. Una discusión se convierte en un sangriento campo de batalla de conflictos. Debido a que estás a la ofensiva o a la defensiva, no hay espacio para la negociación, estás operando con emociones negativas altamente cargadas. Si nadie está escuchando, el Plan B se vuelve insensible por cualquier método que funcione.
Su patrón de sueño se vuelve más fragmentado y perturbado.Su estado de ánimo es bajo y puede comenzar a experimentar síntomas de ansiedad o depresión. Te vuelves más susceptible a las enfermedades a medida que tu sistema inmunitario se ve afectado, y si el estrés se ha convertido en tu segundo nombre, corres un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad relacionada con el estrés.
Se siente más difícil apegarse a esas estrategias de autocuidado positivas que generalmente usa para mantenerse saludable. Estás menos motivado para ir al gimnasio, comer de forma saludable o hacer esas cosas con amigos que normalmente disfrutas, lo que aumenta aún más tu sensación de dolor y aislamiento.
Eventualmente, el dolor social puede resultar en resignación. Renuncias a intentarlo y te pierdes en la impotencia y los sentimientos de indignidad.
El camino hacia una mayor inclusión
- Haga que sea responsabilidad de todos asegurarse de que todos estén incluidos. En las reuniones, se trata de asegurarse de que todos tengan voz, se turnen y de alentar a las personalidades más silenciosas y a los introvertidos a hablar temprano y con frecuencia.
- Hacer de la inclusión una competencia básica que se valora tanto como la experiencia.
- Mantengan sus armas humeantes en la puerta. Se trata de etiqueta social y respeto. Mantener los teléfonos móviles encendidos en silencio o apagados y fuera de la vista, para prestar a la persona que habla toda su atención. La mera presencia de un teléfono inteligente en una mesa disminuye el nivel de conexión en una conversación.
- Proporcionar un espacio seguro para que se expresen opiniones y se formulen preguntas sin temor al juicio, el ridículo o la humillación.
- Elogiar en público, criticar en privado. ¡SIEMPRE!
- Escuche antes de hablar y aclare lo que cree que ha escuchado repitiendo los puntos clave.
- Comprueba el ambiente. Cuál es el ambiente al entrar en el edificio o en una oficina. La gente sonríe, interactúa, ¿cuál es la broma? Agregar una cálida sonrisa y un saludo amistoso es un gran camino para mostrar » Te he notado y estoy feliz de que estés aquí.»
La ignorancia no es excusa para ignorar las necesidades sociales de los demás.Impulsar una mayor inclusión es una de las claves fundamentales para convertirse en un ser humano feliz y próspero.