Durante la última década, la posibilidad de usar fitoesteroles como ingredientes en alimentos funcionales ha llevado a numerosos estudios de investigación en relación con su capacidad para reducir el colesterol en la sangre. Se han probado muchos tipos diferentes de portadores, con buenos resultados. La conclusión principal es que las dosis efectivas se situaron entre 1.5 y 3 g/día, lo que lleva a reducciones entre el 8% y el 15% del colesterol LDL. El principal mecanismo de acción se basa en la interferencia con la solubilización del colesterol en las micelas intestinales y, por lo tanto, se reduce la absorción. También se ha trabajado en el patrón óptimo de administración, y se ha encontrado que la ingestión de fitoesteroles en una sola dosis al día o entre comidas son métodos igualmente efectivos. El único efecto secundario es que pueden interferir con la absorción de carotenoides, pero esto se puede compensar en la dieta o agregando estos compuestos en portadores apropiados. También se ha informado de que los fitoesteroles tienen propiedades anticancerígenas y actúan como moduladores del sistema inmunitario.
Hay varias posibles líneas de investigación futuras: es necesario encontrar fuentes alternativas con un alto contenido de fitosteroles, aplicar procesos industriales que reduzcan al mínimo su pérdida, incluir los fitosteroles en las tablas de composición de los alimentos, discernir el potencial de los diferentes tipos de fitosteroles, dilucidar las bases genéticas de su acción, estudiar los efectos sinérgicos con otros compuestos, minimizar los efectos secundarios y definir con precisión los efectos del tratamiento a largo plazo.