B. La enfermedad asociada a la vacuna en una familia de Akitas Jóvenes
Las akitas están sujetas a una variedad de trastornos inmunomediados, incluidos el síndrome de Vogt-Koyanagi-Harada (VKH), el pénfigo y el síndrome de poliartritis inmunomediada de inicio juvenil (IMPA) (Dougherty and Center, 1991; Wynn y Dodds, 1995). La IMPA de aparición juvenil ocurre en Akitas menores de 8 meses de edad. Este autor estudió inicialmente ocho cachorros Akitas afectados, en colaboración con Susan Wynn (Wynn y Dodds, 1995), y cinco de ellos estaban estrechamente relacionados. Los perros afectados presentan signos de dolor articular profundo y enfermedad febril cíclica que dura de 24 a 48 horas. La edad media de aparición fue de 14 semanas, con todos los perros mostrando signos a las 16 semanas de edad. Tres eran hombres y cinco mujeres. Los perros exhibieron consistentemente enfermedad febril cíclica con signos de dolor intenso, generalmente relacionado con las articulaciones. La mayoría de los perros tenían enzimas hepáticas elevadas, creatina cinasa y nitrógeno ureico en sangre. Tres de los perros examinados tenían niveles bajos de hormona tiroidea (T4, T4 libre, T3). La detección de enfermedades rickettsiales fue negativa. Un perro dio positivo a la 1:40. Los hemogramas revelaron anemia no regenerativa leve, leucocitosis neutrofílica y trombocitopenia ocasional. La aspiración de articulaciones y la radiografía de tres perros indicaron artritis no aséptica y no erótica. El IMPA juvenil en Akitas es un síndrome distinto de la poliartritis no erótica, no infecciosa y no neoplásica que se observa en otras razas. Las akitas afectadas muestran signos de la enfermedad a una edad mucho más temprana, y el síndrome es hereditario (Dougherty and Center, 1991). El mecanismo de desarrollo de la enfermedad no se ha dilucidado, pero comparte varias características con la amiloidosis renal hereditaria y el síndrome de fiebre recurrente de origen desconocido de los perros chinos shar pei (May et al., 1992; Rivas et al., 1993; Zeiss, 1994). Esta combinación de síntomas recuerda a la fiebre mediterránea familiar de los seres humanos, que tiene una herencia autosómica recesiva (Rivas et al., 1993).
El análisis de pedigrí reveló que los ocho perros eran linajes de un padre popular, ahora fallecido, y que había tres juegos de compañeros de camada involucrados (Wynn y Dodds, 1995). El tratamiento no tuvo éxito a largo plazo, porque todos los perros presentaban signos de recaída a pesar de la terapia sintomática para la enfermedad mediada por el sistema inmunitario y la pirexia. Todos los perros murieron o fueron sacrificados a los 2 años de edad tras enfermedad sistémica progresiva e insuficiencia renal. Se realizaron necropsias a tres perros, dos de los cuales presentaban amiloidosis glomerular y lesiones inflamatorias multisistémicas. En todos los perros con antecedentes de vacunación conocidos (siete de ocho), los signos iniciales aparecieron de 3 a 29 días después de la vacunación polivalente contra el virus MLV y/o el virus muerto, con un tiempo de reacción medio de 14 días. La historia, los signos y la estrecha asociación con la inmunización sugieren que la poliartritis de inicio juvenil y la posterior amiloidosis en Akitas pueden ser una respuesta autoinmune desencadenada por los antígenos virales u otros componentes de las vacunas (Wynn y Dodds, 1995).
Un noveno perro emparentado se vio afectado 4 meses después de recibir dos vacunas de CPV muertas. Anteriormente, el perro solo había recibido nosodes homeopáticos. Este perro, un macho, tenía un título de HA de parvovirus muy alto (1:6250), y sucumbió a los 2 años de edad a amiloidosis sistémica que afectó múltiples tejidos. Un décimo Akita, un varón emparentado, se puso muy febril, y parecía paralizado y con dolor severo después de recibir una vacuna de CPV muerta. Al igual que en los casos sexto, octavo y noveno, el criador solo había dado nosodes homeopáticos previamente, que mantenía registros meticulosos. Los episodios recurrentes de fiebre continuaron de manera cíclica. El décimo perro murió a los 11 meses después de deteriorarse rápidamente. La necropsia mostró enteritis supurativa eosinofílica. Un undécimo macho relacionado, Akita, comenzó a mostrar signos clínicos de fiebre alta y dolor en las articulaciones cuando era un cachorro de 4 meses de edad. El perro fue sacrificado en estado moribundo a los 2,5 años de edad, y la necropsia determinó que la causa era amiloidosis sistémica.
Se han recogido los antecedentes relacionados con la vacuna de 129 cachorros producidos por este criador de Akita. Se administró la vacuna polivalente MLV a 104 de ellos, con 10 cachorros que mostraron reacciones adversas y muerte (9,8%). Otros 6 cachorros recibieron un producto de vacuna polivalente totalmente muerto (ya no disponible comercialmente) sin reactores, y 19 cachorros recibieron nosodes homeopáticos inicialmente seguidos de vacuna CPV muerta con un reactor que murió (5.6%) y otro que enfermó pero sobrevivió.
Una base genética para las enfermedades mediadas por el sistema inmunitario está bien reconocida (Dodds, 1983, 1995b; Carson, 1992; Happ, 1995). Ya se ha descrito un grupo de inmunodeficiencias hereditarias características de ciertas razas (Felsburg y Jezyk, 1982; Felsburg, 1985; Dodds, 1992). Los trastornos específicos de la raza con etiologías autoinmunes sospechosas se notifican con creciente frecuencia (Dodds, 1983, 1995b; Meric et al., 1986; Scott-Moncrieff et al., 1992). El mecanismo de inducción de la enfermedad mediada por el sistema inmunitario en estos perros es poco conocido, pero se han implicado factores predisponentes. La enfermedad inmunomediada puede desarrollarse en individuos genéticamente susceptibles cuando es desencadenada por agentes ambientales que inducen inflamación inespecífica y / o mimetismo molecular (Dodds, 1983, 1992, 1995b; Barnett y Fujinami, 1992). La combinación de estos factores genéticos y ambientales anula la auto tolerancia normal, y con mayor frecuencia está mediada por un desequilibrio o desregulación de las células T (Sinha et al., 1990).
Dado que las akitas son en su mayoría endogámicas de un acervo genético relativamente pequeño, el trastorno genético de la función inmunológica no es inesperado. Para los propietarios de reproductores existentes, comprender los posibles desencadenantes ambientales de los IMPA de aparición juvenil tiene una importancia inmediata. Se han implicado numerosos agentes, incluidos medicamentos, vacunas, virus, bacterias, productos químicos y otras toxinas (Dodds, 1983, 1993, 1995a, c, 1997; Barnett y Fujinami, 1992; Cohen y Shoenfeld, 1996; Duval y Giger, 1996). Aunque los compañeros de camada de las familias afectadas suelen ser colocados en diferentes entornos, todos se someten a procedimientos de inmunización relativamente normalizados a una edad similar. El hecho de que los signos de la enfermedad aparecieran inicialmente durante un período de exposición concentrada a la vacuna podría ser el acontecimiento desencadenante clave, como se explica en la sección II.