A menudo se confunde con otro tono de púrpura, la lavanda es su propia familia de colores. Si bien comparte naturalmente ciertas asociaciones históricas, espirituales y psicológicas con la primera, la lavanda ciertamente posee una herencia única de simbolismo y significado. La familia de colores de lavanda abarca una amplia variedad de tonos y tonalidades, desde el tono pálido y rosado del rubor lavanda hasta los matices fríos del gris lavanda.
Juventud y vitalidad
Al igual que la flor que lleva su nombre, el color lavanda se asocia con el crecimiento juvenil e indómito que se encuentra en la naturaleza durante la primavera. Esta asociación psicológica se confirma por el uso histórico del color dentro de la fe cristiana como símbolo de la Pascua. En ese sentido, la lavanda representa la parte de la psique que, al margen de los cansados y los problemas de los años, conserva el vigor y la vitalidad de la juventud. Esto abarca tales emociones y procesos de pensamiento mental imaginación, creatividad, y debido a su asociación con la primavera, el comienzo optimista de nuevas etapas en la vida.
Realeza, Exceso e Influencia femenina
Al igual que su prima púrpura, la lavanda está asociada en cierto grado con el liderazgo patriarcal, aunque esto se equilibra con las conexiones mixtas del color con la feminidad y la decadencia. Debido a esto, lavender se encuentra en la posición única de invocar estados mentales masculinos, femeninos, dinámicos y relajantes, dependiendo de la perspectiva psicológica actual y el temperamento del espectador.
Las cualidades masculinas de la lavanda están vinculadas a su asociación con la realeza, ya que la rareza del color lavanda en la naturaleza significa que los tintes derivados naturalmente se reservaron para la élite a lo largo de la historia. Esto se equilibra con la asociación del color con el tiempo de primavera, un período de fecundidad y, por lo tanto, con los aspectos femeninos de la psique. Asimismo, la asociación de la lavanda con la realeza masculina significa que puede evocar un estado mental ordenado, mientras que su asociación con el crecimiento salvaje en la naturaleza durante la primavera con un estado psicológico caóticamente productivo.
Una parte clave de esta asociación mental es la conexión de la lavanda con las uvas y, por lo tanto, con el vino. La embriaguez liberadora del vino se yuxtapone a la asociación mental de la lavanda con la realeza ordenada, permitiendo que estas perspectivas aparentemente incongruentes existan simultáneamente.
Asociaciones naturales y Efectos mentales
Para algunas mentes, las implicaciones psicológicas del color lavanda son inseparables de la flor del mismo nombre. Los antiguos hebreos atribuían santidad a la lavanda, usándola como un componente clave del aceite de unción ritual, un hecho atestiguado en el Cantar de los Cantares bíblico. Los antiguos romanos la valoraban tanto que una libra de la planta se vendía por tanto como el salario mensual completo de un agricultor.
La lavanda tiene una serie de propiedades medicinales, desde la aromaterapia hasta el valor como antiséptico. Debido a esto, junto con sus connotaciones religiosas, el color está asociado mentalmente con la curación, la relajación, la limpieza y la pureza. El color lavanda fomenta la calma y la tranquilidad de la mente y es útil tanto para la autorreflexión como para invocar un estado relajado y meditativo. Esta correlación se ve fuertemente reforzada por la planta patrón del color que se ve favorecida en gran medida en aromaterapia y es lógico pensar que el uso de ambos en conjunto provoca un efecto más profundo.