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Te cubres la boca con las manos, pero es demasiado tarde. La gente sentada en la mesa de al lado ya te escuchó. Miras hacia la soda y te preguntas: ¿De dónde vino ese eructo?
Un eructo no es nada más ni nada menos que gas. Cuando comes o bebes algo, no sólo tragas comida o líquido. También tragas aire. El aire que respiras contiene gases, como el nitrógeno y el oxígeno.
A veces, estos gases que tragas deben salir por algún lugar. Allí es donde entra en juego el eructo. El exceso de gas sale impulsado del estómago al esófago, el tubo por el que pasan los alimentos y que conecta la garganta con el estómago, hasta salir por la boca en forma de eructo.
A algunos niños, tomar sodas u otras bebidas con gas les hace tener más eructos. ¿Sabes por qué? Si crees que se debe a que estas bebidas contienen más gas, ¡has acertado! El gas que forma las burbujas de la bebida es dióxido de carbono, otro tipo de gas que puede producir grandes eructos.
A veces, comer o beber muy rápido puede causar indigestión, lo cual provoca eructos dado que se envía aire adicional al estómago. Lo mismo ocurre cuando bebes algo utilizando una pajita: entrada de más aire = más eructos.
Los eructos no deben ser una causa de preocupación. Todos tienen eructos de vez en cuando, y esto no significa que tengas algún problema de salud.
Parece que los únicos que pueden eructar bien fuerte sin avergonzar a nadie son los bebés – los padres aplauden cuando el bebé eructa ya que quiere decir que no sentirá el dolor del gas atrapado en el estómago y no llorará. Pero a menos que seas muy pequeñito y calvo, debes ser educado al momento de sentir que te viene un eructo.
Entonces, ¿qué debes hacer si estás con otra gente y sientes que te viene un eructo? Eructa tratando de no emitir un sonido y cúbrete la boca. Y por supuesto, sea el eructo fuerte o no, decir «perdón» nunca está de más.