Luis XIV tenía un gran ojo para las damas. Su primer amor, María Mancini, era sobrina de Mazarino, pero tanto el cardenal como Ana de Austria se oponían vehementemente a esta unión, y el breve encuentro entre el rey y la princesa el 22 de junio de 1659 fue el último antes de que fuera desterrada de la corte al exilio. El Rey accedió a casarse con la Infanta española, María Teresa de Austria, el 9 de junio de 1660, de acuerdo con el Tratado de los Pirineos, que puso fin a la guerra Franco-española.
La primera amante oficial de Luis XIV, Luisa de La Vallière, vivió en la Corte de 1661 a 1674. Dio al rey cuatro hijos, dos de los cuales sobrevivieron y fueron legitimados: María Ana de Borbón, conocida como Mademoiselle de Blois, y Luis, conde de Vermandois.
La Marquesa de Montespan fue la próxima en sucumbir al encanto real, durante la campaña de Flandes en 1667, y al año siguiente el Gran Espectáculo Real en Versalles se celebró extraoficialmente en su honor. No pasó mucho tiempo antes de que se mudara a un prestigioso apartamento que estaba conectado directamente con el de su amante. Exquisitamente decorado por d’Orbay, era incluso más espacioso que el apartamento de la Reina. El rey también le dio el palacio de Clagny, que se convirtió en el hogar de los numerosos hijos que tuvo con el rey, seis hijos legítimos en total. Fue expulsada por Mademoiselle de Fontanges, una joven belleza de apenas 20 años de edad, cuya relación con el Rey resultó ser solo breve.
La institutriz de los hijos de Madame de Montespan, Françoise d’Aubigné, que más tarde se convertiría en Madame de Maintenon en 1675, fue la siguiente en ganarse el corazón del Rey con su dulzura y encanto. Tras la muerte de María Teresa, se casó en secreto con el rey de Francia durante la noche del 9 al 10 de octubre de 1683, en presencia de Louvois y de Bontemps. Según la Princesa Palatina: «En cualquier caso, lo que es seguro es que el Rey nunca ha sido tan apasionado por ninguna amante como lo es por ella ; es una cosa bastante curiosa verlos juntos.»