Origen
El descubrimiento y los primeros usos de la lejía giraron en torno al jabón. Se cree que los antiguos babilonios y romanos descubrieron accidentalmente las propiedades de limpieza de la lejía. Las excavaciones arqueológicas han encontrado jabón utilizado en Babilonia desde el año 2800 a.C., cuando la grasa animal y la ceniza de cocción se mezclaban en agua y hacían jabones a base de lejía.
Hacia finales de A.C., los romanos descubrieron una solución de lejía cuando la lluvia, la ceniza volcánica y la grasa animal de los sacrificios se mezclaban en un río, que se convirtió en un lugar de limpieza. Nicolas LeBlanc, un químico francés, sintetizó la primera solución de hidróxido de sodio en 1780.
Aplicación
Los usos culinarios más populares de hoy en día son para mojar pretzels o curar aceitunas verdes. La lejía también era un estándar de la industria para pelar tomates. Sin embargo, el aumento de los costos y la preocupación de los consumidores por mojar los tomates en productos químicos han hecho que sea una práctica menos común.1
La lejía es un alcalino más fuerte que el bicarbonato de sodio o el bicarbonato de sodio, con una lectura de pH que oscila entre 13 y 14.2 Su base de hidróxido de sodio se crea comercialmente mediante la electrólisis de la solución de cloruro de sodio, así como la reacción de hidróxido de calcio con carbonato de sodio, según la FDA. La fórmula empírica para la lejía es NaOH.
Regulación de la FDA
El hidróxido de sodio, en sus muchas formas, es reconocido por la FDA como GRAS por sus usos como agente de control de pH y se puede agregar a los alimentos siguiendo las pautas GMP.