Es esencial obtener un diagnóstico de vasculitis lo antes posible para permitir un tratamiento adecuado. Cualquier retraso puede provocar daños permanentes adicionales. Los métodos para diagnosticar la vasculitis varían en función de la enfermedad en cuestión, consulte Enfermedades individuales.
Sin embargo, es importante darse cuenta de que el diagnóstico de vasculitis puede ser problemático para el médico, en parte porque la mayoría de estas enfermedades son raras. Muchos pacientes desarrollan síntomas que pueden atribuirse a muchas enfermedades, ya que cualquier órgano puede verse afectado. Los síntomas a menudo son inespecíficos y a menudo imitan otras afecciones más comunes. Desafortunadamente, debido a estas dificultades, el diagnóstico puede perderse o retrasarse por algún tiempo.
Hacer el diagnóstico correcto dependerá de los síntomas del paciente, de lo que encuentre el médico al examinarlo y, a menudo, de una combinación de análisis de sangre, radiografías (u otras exploraciones como resonancia magnética y PET) y, a menudo, de una biopsia (tomar un pequeño trozo de tejido) de una zona afectada. No hay una prueba única para ninguno de los tipos de vasculitis.
Una vez que se ha hecho el diagnóstico, el médico debe discutir con el paciente cualquier tratamiento que se requiera. La mayoría de los pacientes requerirán algún tratamiento. En algunos casos de enfermedad grave, el tratamiento debe administrarse con urgencia; ocasionalmente, en casos muy leves, no es necesario ningún tratamiento.