La ingeniería genética de plantas y animales se perfila como uno de los desafíos ambientales más grandes e intratables del siglo XXI.
Actualmente, hasta el 92% del maíz de los Estados Unidos está genéticamente modificado (GE), al igual que el 94% de la soja y el 94% del algodón (el aceite de semilla de algodón se usa a menudo en productos alimenticios). Se ha estimado que más del 75% de los alimentos procesados en los estantes de los supermercados, desde refrescos hasta sopas, galletas saladas y condimentos, contienen ingredientes genéticamente modificados.
Al eliminar el material genético de un organismo e insertarlo en el código genético permanente de otro, la industria biotecnológica ha creado un número asombroso de organismos que no son producidos por la naturaleza y que nunca se han visto en el plato. Estos incluyen papas con genes de bacterias,» súper » cerdos con genes de crecimiento humano, peces con genes de crecimiento del ganado, tomates con genes de platija, maíz con genes de bacterias y miles de otras plantas, animales e insectos alterados y diseñados. A un ritmo alarmante, estas creaciones se están patentando y liberando en nuestro medio ambiente y en nuestro suministro de alimentos.
Una cuestión de riesgo
Varios estudios realizados en la última década han revelado que los alimentos modificados genéticamente pueden plantear graves riesgos para los agricultores, la salud humana, los animales domésticos, la vida silvestre y el medio ambiente. A pesar de estos riesgos a largo plazo y de gran alcance, el Congreso aún no ha aprobado una sola ley destinada a manejarlos de manera responsable. La regulación desordenada y negligente de la biotecnología por parte de las agencias ha sido un desastre para los consumidores y el medio ambiente. Decenas de millones de consumidores desprevenidos están comprando y consumiendo alimentos transgénicos sin etiqueta, a pesar de un hallazgo de los científicos de la Administración de Medicamentos de EE.UU. & de que estos alimentos podrían presentar riesgos graves.
El Centro para la Seguridad Alimentaria busca detener la aprobación, comercialización y/o liberación de cualquier nuevo cultivo genéticamente modificado hasta que se haya probado a fondo y se haya determinado que es seguro para la salud humana y el medio ambiente. El CFS sostiene que cualquier alimento que ya contenga ingredientes transgénicos debe estar claramente etiquetado, y aboga por la contención y reducción de los cultivos genéticamente modificados existentes.
1. http://www.ers.usda.gov/data-products/adoption-of-genetically-engineered-crops-in-the-us/recent-trends-in-ge-adoption.aspx